Escuché un sonido hueco, un golpe cavernoso que fue aumentando de intensidad. No digo que no sentí un poco de miedo. ¿A qué me enfrentaba? Hubo un rechinido y algo que pegaba contra la cortina de acero. Luego de un silencio la cortina se levantó lentamente.
―¡Fulvio!
―¡Draga!
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